“Oda a Hörderlin” - Hermann Hesse
Amigo de mi juventud, a ti regreso agradecido
cientos de atardeceres, cuando entre los saúcos
en el jardín que duerme
solamente resuena el manar de la fuente.
Hoy nadie te conoce, amigo mío;
en estos tiempos nuevos muchos se han apartado
de los encantos silenciosos de la Hélade,
sin oraciones y despojados de los dioses,
la gente camina discretamente sobre el polvo.
Pero para una secreta multitud de absortos
a quienes el dios llenó el alma de anhelos
aún hoy suenan las canciones de tu arpa divina.
Cansados del día, regresamos con ansiedad
a través de la noche ambrosíaca de tu música
y aquellas ráfagas aladas
nos envuelven con sueños dorados.
Y cuando tu canción nos regocija,
se enciende ardiente y sin consuelo,
hacia esa tierra dichosa,
hacia los templos de los griegos,
nuestra nostalgia eterna.